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RIVER Y LA B: UN DESCENSO QUE LLEVA UNA DECADA
Luego se empezaron a suceder los síntomas que mostraban que el club iba por mal camino: ya los jugadores que llegaban a River no reunían las cualidades suficientes para vestir su camiseta. No sólo eso, por la entidad Millonaria pasaba gran cantidad de jugadores sin pena ni gloria y los únicos que sacaban tajada de esta situación eran los dirigentes y los intermediarios. El patrimonio de River se estaba extinguiendo.
El próximo paso fue vaciar las divisiones inferiores, vendiendo porcentajes de pases de chicos que aun no habían debutado en primera división y “quemando” a los que llegaban prematuramente al primer equipo.
River hizo perder la capacidad de asombro de propios y extraños. Cuando todavía era un habitué de la Copa Libertadores, sorprendió que se haya quedado afuera en primera ronda habiendo perdido dos partidos contra el Caracas de Venezuela, uno de ellos en el Monumental. Más tarde, intentó hacerle creer a sus hinchas que terminar último en un torneo no era tan grave y que iba a quedar en el recuerdo como un mal sueño y nada más. Luego llegaron las extensas rachas sin ganar partidos como visitante, luego como local.
Luego se desprendió desprolijamente, y en dos oportunidades, de Ariel Ortega, su ultimo ídolo. Si bien el Burrito tenía su gran responsabilidad, el asunto se resolvió de una manera muy triste, como si el problema no le correspondiera al club, pero Ortega era un problema más de los tantos que ya se acumulaban en Núñez.
La llegada de Cristian Fabbiani fue el más concreto ejemplo de la falta de rumbo. Un jugador que rondando los 100 kilos llegó haciéndose cargo de una supuesta condición de ídolo. Le fue como a River. Néstor Gorosito, sin ir más lejos, declaró que el Ogro ya era un “referente antes de firmar el contrato”.
Aguilar se fue y el recado le quedó a Daniel Passarella, que llegó con grandes intenciones pero se quedó en eso. No reforzó de la mejor manera, contrató a un entrenador que llegaba con ganas de experimentar antes que de sacar a River del pozo y se llegó a una situación límite en la que se podía prever que el plantel podría flaquear.
La imagen del final, con la gente queriendo invadir la cancha y con los jugadores llorando en el centro del campo de juego, refleja la realidad mejor que estas líneas. Esos jugadores, que lloraban sin poder creer lo que les había sucedido, hicieron lo que pudieron. Ellos-se podrá discutir el nivel y las capacidades de cada uno-quedarán injustamente como los culpables de todo. Lamentablemente, los verdaderos culpables nunca dan la cara.
No es un sueño, no es una pesadilla. River se fue a la B y deberá volver en caso de que reúna los meritos necesarios. Prepotencia y soberbia no sirvieron para evitar el descenso, prepotencia y soberbia no podrán ser la formula para retornar a primera.
@APanfil
TIEMPOS VIOLENTOS…EN RIVER
Luego de la derrota consumada, hay muchos que saben que no van a tolerar que su equipo pierda la categoría y empezaron a manifestarse por adelantado, increpando a los jugadores en el hotel de Córdoba o haciendo un escrache en la casa del ex presidente, y probablemente máximo responsable de esta situación, José Maria Aguilar.
Como es tan difícil descontextualizar los noventa minutos que quedan en el Monumental, la cuestión, para la mayoría de la opinión publica argentina, ya está sentenciada y no hay vuelta atrás. Es más, muchos creen que lo peor está por venir.
Queriendo participar de alguna manera de todo esto, salió a hablar Norberto Alonso, uno de los ídolos que, junto a Labruna, Oscar Más y Enzo Francescoli, figura en una de las banderas más emblemáticas de la popular Millonaria. Marginado totalmente de las grandes decisiones del club, el Beto intentó-según sus palabras-calmar los ánimos de los hinchas y manifestó algo de optimismo: “Estamos en una etapa donde tenemos que tirar todos para adelante y el día lunes comenzará, o no, otra etapa en River. Vengo acá a calmar un poco los ánimos. El hincha acompañó al equipo en todo momento y dejarlo afuera en este partido sería faltarle el respeto. Sé que el hincha va a escuchar y se va a comportar como un hincha del primer mundo, se lo pido por favor. Hoy es momento de alentar y por ahí el día lunes empieza otra etapa para River Plate”.
Desconociendo absolutamente si los jugadores van a tomar bien o mal su mensaje, les ofreció ayuda: “A los jugadores les digo que cuenten conmigo para lo que necesiten: estar al lado de ellos, transmitir algo de experiencia…todo lo que tenga que decirles se los voy a decir, y de corazón, para que el domingo ganemos el partido. River lo puede revertir. Sufrimos tres bajas pero los del banco lo tienen que hacer”.
Queda pendiente para más adelante si las palabras de Alonso o la prepotencia de los hinchas sirvieron en algo. Lo único que tiene que hacer River para quedarse en primera división es superar ampliamente a Belgrano dentro de la cancha. Si el equipo no tiene fútbol, como ayer y gran parte del Torneo Clausura, las palabras de afuera no ayudan demasiado.
Se viven tiempos violentos en River. Como si el curso normal de la vida humana vaya a cambiar radicalmente a partir del día domingo, hay quienes son capaces de cualquier locura. Sea lo que sea, que sea en paz.
@APanfil
RIVER HIZO TODO LO POSIBLE POR LLEGAR A DONDE ESTA HOY
Luego de la presidencia de José María Aguilar, cuyo resultado está a la vista, en números y humillaciones deportivas varias, Daniel Passarella agarró el club en coma, pero con algo de tiempo para mejorar su imagen, al menos desde lo futbolístico. En ese tiempo también se siguieron cometiendo errores del mismo tinte que el anterior presidente. La soberbia Riverplatense nubló la vista en momentos en que debía reinar la humildad, esa humildad mentirosa de la que River se cubrirá para enfrentar a Belgrano de Córdoba por la promoción.
De la mano de Passarella llegó Ángel Cappa, quién ilusionó a los hinchas luego de ganar sus tres partidos iniciales pero que de a poco fue agotando la paciencia debido a su constante improvisación. Dicha improvisación llevó al equipo a una larga meseta de malos resultados. La cuestión se ponía cada vez más seria y, para calmar un poco los ánimos, llegó Juan José López, que estaba muy tranquilo con su puesto en las inferiores. El clásico ganado a Boca hizo que se recuperara el aliento y las esperanzas en un equipo que terminaría con 31 puntos el Apertura.
Al Clausura, sin brillar, River lo estaba transitando con mucha tranquilidad, pero muchos no entendieron lo que se jugaba y empezaron a exigirle al Jota Jota que fuera decididamente por el titulo, hecho que hizo confundir a un DT que parecía muy convencido. Apostando a más, River fue menos que nunca y llegó a una situación limite sin poder ganar en las ultimas siete fechas del campeonato. Demasiado poco para pretender salir airoso.
River enfrentó la ultima jornada sabiendo que una combinación de resultados ajenos le aseguraban la permanencia, pero River no tenía armas para ejecutar un Plan B, en caso de que fuera necesario. El resto ya es conocido: ganó Olimpo, empató Tigre y River perdió. De esa manera, el Millonario no tiene con qué objetar el lugar que le toca.
Uno de los clubes más grandes de la Argentina está suspendido en una situación que debe transformar en favorable. Hoy, es negativa cien por ciento.
@APanfil
EL CLASICO NO FUE DE BOCA, FUE DE PALERMO
El derby estuvo a pedir del goleador histórico de Boca, y uno de los grandes verdugos de River en toda su historia. Martín, luego de un tanto en contra de Juan Pablo Carrizo, apareció con un cabezazo, especialidad de la casa, y festejó lagrimeando ante la 12.
Sólo pedía ganar el Súper Clásico y no sólo lo terminó ganando, sino que también aportó lo suyo: el gol.
River tuvo la posesión de pelota durante los primeros 30 minutos del juego en la Bombonera, pero no lastimó nunca. Lo de Pavone fue muy forzado y Funes Mori no pudo contra sus propias limitaciones.
Tras el gol en contra de Juan Pablo Carrizo, una fatalidad, el Xeneize se agrandó y fue decididamente a noquear a River. Lo consiguió tres minutos más tarde con el tanto de Palermo.
Boca asomó la cabeza y River, cuando cinco fechas atrás muchos se aventuraron a desvincularlo de la lucha por la permanencia, volvió a enredarse en esos temas que no le quedan muy cómodos.
Pero para las penurias de River y la confirmación de la levantada de Boca ya habrá tiempo. El 15 de mayo de 2011 fue la tarde de Martín Palermo. Una más, la definitiva.
@APanfil
(Foto: Emiliano Lasalvia)
JOTA JOTA Y EL CASTIGO A BUONANOTTE
Jota Jota, aunque no lo admitió, no está conforme con los últimos berrinches del santafesino y le dio el castigo cuando más duele: “Fue una cuestión deportiva. Diego es un buen profesional. Tengo que enfocarme en el partido y en lo mejor para el domingo. Nos debemos a River. Hay otros doce compañeros que se quedaron afuera y nadie pregunta”.
No hubo más vueltas al tema. No juega y listo. Ahora sólo queda la incertidumbre sobre cómo repercutirá en el animo del jugador de cara a las restantes cinco fechas, las de su despedida de River.
Con respecto al duelo en la Bombonera, López insistió en que no será fácil digerir una eventual derrota: “Sigo pensando que es importante no perder. Vamos a planificar pensando en ganar. Hay que usar la inteligencia”.
RIVER VENCIO A BOCA Y, POR UNOS DIAS, SALIO DEL INFIERNO
Casualmente, desde que Matías Almeyda se lesionó, River se desfiguró, Ángel Cappa se tuvo que ir y una derrota ante Boca podía haber significado la debacle total y el sálvese quien pueda.
No fue así porque Boca, que por ahora goza de un mejor promedio que su clásico rival, está lejos de sus mejores épocas, donde las copas internacionales eran su especialidad y consideraba despectivamente de “cabotaje” a los torneos locales.
En fin, con ambos equipos llenos de urgencias se jugó un martes el superclásico. Recitales de Paul McCartney y Jonas Brothers impidieron que se disputara el día domingo.
River no fue mucho más que Boca. Tuvo más actitud y peleó cada pelota como si fuera la ultima. Se notó el regreso de Matías Almeyda, fundamental para robar pelotas y transmitir confianza a sus compañeros, y Roberto Pereyra tuvo un gran aporte por la banda izquierda, dejando siempre en el camino a Cristian Cellay.
Juan Román Riquelme, que tenía todas las expectativas puestas en este partido, llegó con lo justo-debido a una tendinitis aquileana derecha-. Se resintió durante la primera etapa y pidió el cambio. De todos modos, aguantó hasta el final del primer tiempo. Chávez ocupó su lugar con más movilidad y, de hecho, tuvo alguna que otra chance.
Boca, más allá de su falta de fútbol, careció de actitud. Siempre perdió en las pelotas divididas y se fue al descanso sin crear una sola situación de gol.
Iban 8 del segundo tiempo cuando Jonathan Maidana, ex Boca, se elevó y metió un gran cabezazo que significó el único tanto del partido. (Situación similar: En 1990, Jorge Higuain, ex Boca en ese momento, abrió el marcador de la misma manera en un triunfo de River por 2 a 0 sobre el clásico rival).
Luego del gol, River se replegó un poco pero los avances de Boca fueron muy débiles y no pudieron inquietar demasiado a Juan Pablo Carrizo.
El final del partido fue un gran desahogo para un plantel y para un técnico que debutaba. Juan José López, un “soldado de Passarella” como el mismo se definió, vivió una jornada de gloria y seguirá, al menos, hasta el final del campeonato.
Ya en la madrugada, se especulaba con la inminente renuncia de Claudio Borghi, hombre que ya amagó en tres ocasiones con dejar su cargo.
River, por una semana, sale del infierno y recupera la confianza para una batalla por no descender que seguirá siendo durísima. Boca, que sigue en caída libre, sabe a lo que se enfrenta si no da un volantazo a tiempo.
RIVER AFUERA DEL CAMPEONATO, UNA PRESION MENOS
Ahora, antes de cerrar el diario, uno se da cuenta que River está en zona de promoción, muy cerquita de los puestos de descenso directo, y se pregunta. ¿Es muy loco o imposible que River descienda? Y la respuesta es no, porque en el fútbol argentino ya no hay lugar para sorpresas.
Pelear por la permanencia es algo totalmente distinto a jugar por el titulo. Son otras las obligaciones y las presiones que se padecen. Es el caso de Racing, que no puede superar esa pesadilla ya que su irregularidad lo condena a mirar siempre, con calculadora en mano, la tabla de los promedios.
Fue el caso de Rosario Central ¿quién iba a pensar que el club rosarino, uno de los más grandes del país, iba a descender de la triste manera en que lo hizo? Bueno, arrastre de problemas dirigenciales y estructurales aparte, el equipo se vio preso de una presión que se hizo insoportable e insostenible.
Esa misma presión tiene River que, con un plantel mucho más rico que años anteriores, no puede despegar de la zona peligrosa. El comienzo del campeonato, con tres victorias al hilo, fue auspicioso e hizo ilusionar a más de uno con matar dos pájaros de un tiro: salvarse de todo y, encima, campeonar.
Bueno, la realidad indica que los equipos hechos y derechos, como Estudiantes, Vélez y Banfield, hablan el idioma de los campeones, mientras que el Millonario ya se está haciendo la idea de que para mantener la categoría va a sufrir mucho.
Contra Gimnasia, rival directo en estas nuevas cuestiones, River tuvo aire y tranquilidad en los primeros minutos donde, por tres tiros en los palos, se vio privado de una ventaja cómoda.
El tiempo pasó y no sacó las diferencias. ¿El resultado de todo esto? Se vio privado de ganar, pero también estuvo muy cerca de perder y quedarse sin nada. El punto tuvo sabor a poco porque sin dudas mereció más pero en esta lucha que tiene River ahora debe entender que nadie le va a regalar absolutamente nada.
Gimnasia, que está un par de puntos peor que River, casi le amarga otra tarde.
Para River, la prepotencia le es mala consejera. Debe ser consciente de sus urgencias y sumar. El brillo que tanto anhela su entrenador deberá quedar para otra ocasión. River debe ser práctico, conciso y efectivo. Si muestra debilidad, sus rivales lo van a saber al instante.
Su situación es complicada, pero todavía no es grave. Está a tiempo de reformular sus objetivos y de salir adelante. Pero, para eso, debe tener la humildad que no tuvo para llegar al lugar donde hoy está.
River no está para campeón. Esa ya es una presión menos, en su nuevo objetivo que es salvarse del papelón más grande de su historia.
(Foto: M. Gómez)
RIVER Y BOCA: LAS EXCUSAS DE CAPPA Y LA AUTOCRITICA DE BORGHI
La oración, claro está, es bien aplicada, pero resulta que los equipos están eternamente en formación y sus entrenadores se van, en la mayoría de los casos, mucho antes de que esos equipos maduren. En varias ocasiones, es el DT entrante el que disfruta de los resultados del coach saliente.
Con distintos matices-ya sean las quejas de Cappa y la falta de dramatismo de Borghi, Boca y River, con diferentes realidades, están más emparentados que nunca en esa eterna búsqueda del equipo y del funcionamiento ideal.
A orillas del Riachuelo, la irregularidad (4 derrotas en 8 fechas) es la palabra que más se aplica, pero la explicación está en que el Xeneize tuvo que armar una defensa completamente nueva, con arquero incluido, y todavía no pudo poner el cerrojo en esa zona.
Del medio hacia adelante, la espera por Juan Román Riquelme ya es desesperante, ya que Claudio Borghi no ha podido encontrar un armador provisorio para que el equipo juegue a algo y que se pueda alimentar con regularidad a los tanques de arriba, como Palermo y Viatri.
Claro, Boca tiene como única urgencia conseguir los resultados necesarios para entrar en la próxima Copa Libertadores que, al fin y al cabo, es la especialidad de la casa.
En Núñez, las urgencias son bien distintas ya que el descenso, aunque se pretenda el campeonato, es una pesadilla que empieza a quitar el sueño los siete días de la semana. Ángel Cappa, entrenador de la línea del fútbol lírico y vistoso, no encuentra lo que dice pretender y, de 24 puntos en juego, River ya resignó 10.
Borghi es más espontáneo y sincero: se manifiesta preocupado porque no encuentra el rendimiento pero no suena pretensioso. Lo de Cappa es distinto ya que pone como excusas a los árbitros y a la suerte del rival para justificar la falta de resultados de su equipo.
En definitiva, River necesita puntos y no los pierde únicamente por no encontrar ese estilo de juego vistoso y ofensivo que, como se dice, es la mejor manera de llegar al éxito. River pierde puntos también por problemas defensivos, llámense distracciones o fallas técnicas o tácticas.
Boca y River están en formación pero se diferencian en cómo sus técnicos se adjudican las virtudes y los errores. Para equipos que están en formación, la autocrítica es un bien que no debe dejarse de lado.
RIVER TAMBIEN RECURRE A LAS COINCIDENCIAS…
Esta nueva-vieja camiseta recrea exactamente a la del equipo que condujo el Bambino Veira con sólo unos detalles que las diferencian: el escudo en el medio, un bordado con las siglas CARP en el pecho, y la banda roja también en la espalda.
Se supo que el precio de la camiseta casi supera al de algunos de los refuerzos que trajeron los dirigentes. Y así debe ser. Primero están los colores.