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El déjà vu del adiós

cerati

Era 15 de mayo de 2010. Yo estaba junto a mi esposa en El Cairo, en el penúltimo tramo de nuestro viaje de luna de miel, y unas horas antes había culminado una larga y calurosa jornada visitando las famosas pirámides de Giza, Saqqara y Dahshur. Estábamos de vuelta en el hotel Paris, a unas cuadras de la Plaza Tahrir, tan revolucionada unos meses más tarde, y se me dio por averiguar cómo le estaba yendo a River en el Monumental en el último partido de Marcelo Gallardo. El Muñeco, que se despedía tras una deslucida tercera etapa en el club, no pudo jugar ni siquiera un minuto ante su gente debido a que el entrenador Ángel Cappa no lo consideró necesario. Fue sin dudas un repudiable gesto de quien había llegado para conducir técnicamente a River en el peor momento de su historia. Fue un síntoma de que el DT no sabía muy bien donde estaba. Tigre tuvo una jornada inolvidable,  ganó 5 a 1 y Gallardo vio los noventa minutos del partido a un costado de la cancha.

Minutos antes de que la goleada- que yo seguía por radio- se consumara, apareció en el viejo Messenger un amigo mexicano, Alonso Cortes Vázquez, y no me dijo “Hola”, directamente me preguntó si me había enterado de “lo de Cerati”. Yo le respondí que no, mientras para mis adentros, desorientado por estar en un plan netamente vacacional, me hacía preguntas del tipo: “¿Sacó un mejor disco que el anterior? ¿Llenó algún estadio más en Latinoamérica?” No. Nada de eso podía llegar a ser una novedad tratándose de Cerati. Enseguida nomás leí algunos diarios de la Argentina y me enteré que Gustavo había tenido un accidente cerebro vascular durante un concierto en Caracas. Vaya casualidad, la ciudad natal de un gran amigo que tenemos en común con Alonso. Sin dudas que la noticia era mala, pero yo no terminaba de caer en la cuenta de lo que había sucedido con el músico cuyo padre había nacido en Concordia, mi ciudad natal, ni cuales iban a ser las repercusiones de ese hecho.

Desde chico supe que Cerati y Soda Stereo eran unos gigantes del rock argentino y claro que tenía alguna idea de que en el exterior les iba muy bien, pero gracias a Alonso, este amigo mexicano que integró el grupo Natalia y la Forquetina, pude tomar real dimensión de lo que significaba para el resto del continente este artista nacido en Buenos Aires.

Salvo por un corto período en que vivió en Santiago de Chile, los argentinos siempre lo tuvimos entre nosotros. Muchos lo hemos visto varias veces y también hemos escuchado atentamente todos sus discos, pero su presencia la hemos tomado como algo normal, como que el sol sale y se esconde de un momento a otro. Ni siquiera nos llamó demasiado la atención que los Café Tacuba, quienes hoy le señalan el camino al resto de los rockeros del continente, hayan teloneado a un Cerati solista cuando presentó Bocanada en el estadio Obras.

Alonso, que además de músico profesional es fanático de los Pumas de la UNAM y simpatiza con River a la distancia, me contó alguna vez su anécdota de cuando conoció a Gustavo Cerati: los presentaron como colegas que eran, pero, por la gran admiración que le demostraba el mexicano, el argentino le dijo sorprendido: “¡Che, que parecés un fan!”. “¡Es que soy tu fan!”, le respondió.

Fabián Ortiz, otro gran amigo mexicano, quería experimentar lo que era ver a Gustavo y a Soda ante su público en Buenos Aires. Pero, antes de comprar su pasaje de avión para venirse por escasos cinco días, necesitaba estar seguro de que tenía su ticket para ingresar al Monumental, el mismo estadio en que Marcelo Gallardo no pudo cerrar dentro del campo de juego su etapa en River. Con una foto de la entrada se tranquilizó y unos días después pudo concretar su anhelo de ver el comienzo de la gira “Me verás volver” en la mismísima ciudad de la furia. Una vez más, yo tomaba nota de lo grande que eran Cerati y Soda Stereo.

Pasaron cuatro años y durante todo ese tiempo hubo pocas novedades acerca del estado de salud de Gustavo. Fueron cuatro años en que nadie quiso asumir que el ex Soda estaba en la sala de pre embarque para su partida definitiva. Reconfortaba esa mínima esperanza de que despertara en algún momento. Nunca sucedió.

“Vuelve la misma sensación, esta canción ya se escribió, un mínimo detalle que cambió. Cerca del final, sólo falta un paso más, siente un déjà vu, déjà vu…”, cantaba Cerati en Fuerza Natural, el disco que estaba presentando en ese último y fatídico concierto en la capital venezolana.

Y cuatro años después del episodio del ACV, el déjà vu: Gustavo volvió a ser noticia, salvo que esta vez me enteré en Buenos Aires y su viaje ahora es definitivo. Marcelo Gallardo otra vez está a un costado del campo de juego y River recibe el domingo a Tigre.

*Publicado originalmente en septiembre de 2014 en el sitio Bon Sportant.

Alejandro Panfil