Estudiantes, que añoraba títulos del pasado, recuperó esa costumbre de dar vueltas olímpicas y llevar alegría a su gente. En un fútbol argentino donde ya no mandan los cinco grandes, el conjunto de La Plata es uno de los grandes animadores.
Con un equipo más luchador que brillante, superó adversidades y no renegó de la pelota parada, su especialidad histórica. Y siempre con Verón, heredero de un legado glorioso.
El Pincha consiguió, desde atrás, aquel campeonato en la final ante Boca y una Copa Libertadores ante el Cruzeiro. Tres minutos y un Barcelona imbatible lo separaron de ser el mejor del mundo nuevamente un año atrás.
El equipo que conduce Sabella afuera y Juan Sebastián adentro consiguió, con dos goles de Rodrigo López, la impresionante suma de 45 puntos, dejando atrás a un Vélez muy sólido que derrotó problemas a Racing.
“Mire mire qué locura, mire mire qué emoción, esta es la famosa bruja que volvió a Estudiantes para ser campeón”, fue el agradecimiento de la gente para su capitán. El Pincha, liderado por Juan Sebastián Verón, sigue cosechando títulos, y amenaza con ir por más.